Se oyen cánticos al final del pasillo. Una furgoneta del Centro de Día de Vértice Salud acaba de aparcar en la entrada. El equipo de auxiliares culmina los preparativos del desayuno, a sabiendas de que esta semana es especial: ya es Navidad.
Ellas, las responsables de entonar «Hacia Belén va una burra», lo saben bien. Son Angelita, Antonia, Carmen, Mari Jose y Marisa: un grupo de usuarias cuya amistad nació y se forjó en el Centro. «A estas alturas, una sabe que será para toda la vida», responde una de ellas, entre miradas cómplices con su compañera de café.
Su media de edad supera los 80 años, por eso se enorgullecen de ser capaces de seguir «la gimnasia» y los ejercicios de estimulación cognitiva que les proponen las técnicas de la Fundación Juan Cruzado-Vértice Salud. Aunque la vida no siempre les ha devuelto la sonrisa, ellas aseguran recordar las navidades pasadas con cariño.
Cocinaban dulces caseros, recibían «algún detallito» el día de Reyes y disfrutaban del calor del hogar familiar. Antonia recuerda emocionada la mañana en la que recibió su «Pepón de cartón»: «Mi primo me dijo que estaba sucio y lo lavamos… aquello se hinchó como un globo».
La anécdota, que ha propiciado la carcajada de Marisa, anima a la mujer a compartir su experiencia: «Era 6 de enero. Bajé, vi muchas cajas de cartón y me pidieron que arreglase yo los regalos. Cogí un disgusto… tenía 16 años y no sabía que los Reyes eran los padres».
Angelita asevera que «son otros tiempos, pero lo importante sigue siendo estar con la familia». A ellas les da lo mismo entregar los regalos el 25 de diciembre o el 6 de enero; lo que no cambian, pase lo que pase, son las risas, los abrazos y la comida junto a los suyos.
Con el último sorbo de café, se despiden: «Que empieza la gimnasia y no queremos llegar tarde». A lo lejos, suenan los villancicos que Patri, la fisioterapeuta del centro, reproduce para amenizar la sesión.