TERAPIAS DE INTERVENCIÓN COGNITIVA EN PERSONAS MAYORES

terapias de intervención cognitiva en personas mayores

TERAPIAS DE INTERVENCIÓN COGNITIVA EN PERSONAS MAYORES

Las terapias de intervención cognitiva son un conjunto de técnicas desempeñadas para maximizar las destrezas cognitivas de los usuarios que la ponen en práctica, en este caso la población de personas mayores. De forma consecuente, se incrementan las habilidades funcionales en las actividades de la vida diaria y se mejora la calidad de vida y autoestima (Bahar‐Fuchs et al., 2019). Dentro de estas terapias, destacan tres tipos de intervención que pueden resultar parecidas o incluso combinar técnicas, pero difieren en los objetivos clínicos:

  • Estimulación cognitiva: promoción de las competencias preservadas de forma global y prevención/ralentización del deterioro cognitivo.
  • Entrenamiento cognitivo: aprendizaje o refuerzo de operaciones cognitivas específicas a través de la repetición de tareas diseñadas y estructuradas para ese fin.
  • Rehabilitación cognitiva: mejorar la funcionalidad de la persona en su día a día interviniendo de forma altamente individualiza para mitigar o reducir la problemática presentada en cada caso.

La base que evidencia la eficacia de las terapias de intervención cognitiva son los conceptos de neuroplasticidad y “reserva cognitiva”, que hace alusión a la habilidad de reclutar redes cerebrales alternativas y/o adicionales con la finalidad de compensar las dañadas y poder desempeñar una ocupación de manera eficaz o mantenerse clínicamente en un estado de “normalidad” durante el envejecimiento (Toloza Ramírez &Martella, 2019). De este modo, aparece una relación inversa que indica que, a mayor reserva, menor deterioro cognitivo y funcional se manifiesta. Se ha demostrado que una alta reserva cognitiva está vinculada con potenciar la velocidad de procesamiento, memoria de trabajo, fluidez verbal, atención y memoria episódica.

En el proceso de envejecimiento se dan,en mayor o menor medida, una serie de cambios cerebrales, como la pérdida de neuronas y la disminución de neurotransmisores, que se detectan con la aparición de alteraciones de memoria, lentitud en la velocidad de procesamiento y en el desempeño general de actividades, o déficits en las destrezas psicomotoras, sensoriales y perceptuales. Además de los cambios físicos en el cerebro, este deterioro se ve acelerado por la reducción progresiva de actividades cotidianas que supongan un reto justo para la persona o que requieran de un aprendizaje o una exigencia atencional(Novoa, Juárez, & Nebot, 2008).

Por ello, estas terapias combinadas con la promoción de un envejecimiento activo son recomendadas en personas mayores tanto con un envejecimiento fisiológico, como con deterioro cognitivo leve o demencia en fase leve-moderada (Espert Tortajada & Villalba Agustín, 2014). Entre las terapias no farmacológicas que se han ido investigando, la estimulación cognitiva es la que recibe el mayor apoyo empírico, llegando a proponerse como la primera intervención a realizar cuando se realizan esos últimos diagnósticos.

Centrándonos en la estimulación cognitiva, los programas elaborados se componen de una serie de actividades concretas que se planean y estructuran para optimizar el desempeño a nivel de percepción, atención, razonamiento, abstracción, memoria, lenguaje, orientación y praxis (Muñoz, 2018). En ellos, se deben seguir una serie de recomendaciones teóricas para que sean eficaces y de calidad (Ruiz-Sánchez de León, 2012):

  • Su administración debe ser individual o en grupos muy reducidos y homogéneos a nivel cognitivo.
  • Seleccionar actividades que se encuadren dentro de un modelo teóricoque las fundamente, es decir, detrás de cada actividad propuesta habrá un objetivo terapéutico específico. De este modo se evitará la confusión de la estimulación cognitiva con la mera repetición de una variedad de ejercicios.
  • El entrenamiento se dará de forma gradual y progresiva en cuanto a dificultad y grado de apoyo ofrecido por el terapeuta.
  • El entrenamiento debe ser adaptado, con actividades enfocadas a las necesidades y motivaciones de las personas. Además de tener en cuenta las habilidades conservadas para tomarlas de apoyo en la estimulación de los “puntos flacos”.

 

María Ternero Campos (Terapeuta Ocupacional)

Fundación Juan Cruzado

 

 

Referencias

Bahar‐Fuchs, A., Martyr, A., Goh, A. M., Sabates, J., & Clare, L. (2019). Cognitive training for people with mild to moderate dementia. Cochrane DatabaseofSystematicReviews, 3. https://doi.org/10.1002/14651858.CD013069.pub2

Espert Tortajada, R., & Villalba Agustín, M. del R. (2014). Estimulación cognitiva: Una revisión neuropsicológica. Therapeía, 6, 73-93.

Muñoz, D. A. (2018). La estimulación cognitiva como estrategia para la atención psicogerontológica a los adultos mayores con demencia. Revista Cubana de Salud Pública, 44(3).

Novoa, A., Juárez, O., & Nebot, M. (2008). Efectividad de las intervenciones cognitivas en la prevención del deterioro de la memoria en las personas mayores sanas. GacSanit, 22(5), 474-482.

Ruiz-Sánchez de León, J. M. (2012). Estimulación cognitiva en el envejecimiento sano, el deterioro cognitivo leve y las demencias: Estrategias de intervención y consideraciones teóricas para la práctica clínica. Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología, 32(2), 57-66. https://doi.org/10.1016/j.rlfa.2012.02.002

Toloza Ramírez, D., &Martella, D. (2019). [Reserva cognitiva y demencias: Limitaciones del efecto protector en el envejecimiento y el deterioro cognitivoLimitedprotectiveeffectsof cognitive reserve ontheprogressionof cognitive impairment]. Revista Medica De Chile, 147(12), 1594-1612. https://doi.org/10.4067/S0034-98872019001201594

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